lunes, 29 de febrero de 2016

Carta 2016 Hermano Mayor

Desde que fui elegido Hermano Mayor de esta Cofradía, vengo publicando una carta, con motivo de la Semana Santa. En años anteriores, di la visión de un costalero de nuestra cofradía y lo que la gente ve desde fuera, del sentimiento que nuestra procesión atrae. En el presente año, me gustaría transmitir mis sentimientos.

Nadie dijo que fuera fácil. Nadie dijo que fuera pan comido. Acepté el cargo, junto con una serie de personas que me acompañan, sabiendo que no sería un trabajo fácil, que habría que luchar, y a día de hoy, nos enorgullecemos de lo que hemos podido conseguir.

Cuando comenzamos cuaresma, comienza el trabajo duro, comienza el trabajo intensivo, que con la cercanía de ese día en que sale a calle nuestro niño, que a la vez es nuestro padre hecho hombre, se intensifican nuestros preparativos, nuestro trabajo, y los días previos son días en los que los nervios se cogen al estómago y apenas te dejan dormir. Cuando son escasos los días; cuando falta poco  falta para la Semana Santa; cuando no falta nada para ver nuestras imágenes en la calle, todo cambia en nuestro interior. Finalizan los ensayos, terminamos con nuestros preparativos, los nervios aumentan por segundos. Por las calles de Belalcázar se empiezan escuchar, cada vez con más fuerza, las marchas procesionales de la Agrupación Musical San Roque. Vemos ensayar por las calles, en dirección hacia la parroquia, los pasos de las cofradías; de las cuatro, ya que nuestros niños son los que forman otra cofradía más, son los que ponen el broche de oro a nuestra inigualable Semana Santa, sin saber cómo, se nos escapan aplausos y ánimos para todos y todas los que van debajo, porque la Semana Santa no sería lo mismo sin todas y cada una de las personas que van debajo de los pasos, sin esas personas que llevan las imágenes de Cristo y María por las calles de Belalcázar, sin todas y cada una de las personas que se ponen sus túnicas y capirotes para ampliar las filas de la procesión, no sería lo mismo sin todas las personas que trabajan en la sombra, sin las personas que preparan con ilusión nuestros pasos y procesiones. En nuestro interior crece un sentimiento de alegría y pasión.

Llegada la Semana Grande, la Semana Santa, esa semana en la que por las calles de Belalcázar se respira ese olor que caracteriza esa semana en la que se ve el trabajo que, durante un año, se viene realizando sin que nadie lo vea, pero con la ilusión de que todo salga bien. El viernes de Dolores, todo cambia, nuestra madre recorre las calles, la gente la acompaña, como lo hace también nuestro Padre Jesús a lomos de la Borriquita el Domingo de Ramos. Se empiezan a ver decenas de nazarenos por las calles de Belalcázar. Llegado el Lunes Santo, se intensifica todo, se alegran nuestros vecinos de ver a esos “grandes” que por sus casas se acercan, se ven niños nazarenos por las calles, casa por casa, pidiendo limosna para su padre, para su Jesús Cautivo.
Los niños se emocionan porque no falta nada para ver sus pasos en las calles, no falta nada para Su procesión.

El Martes Santo, decenas de niños van hacia los frailes, muchos van solos ya que son ellos os protagonistas, ya que ellos, como los mayores lo hacen otros días, protagonizan este día. Cuando se abren las puertas de la iglesia, sin saber cómo, uno se emociona al ver los pasos que esperan con sus preciosas flores, con sus velas encendidas, con ese olor a incienso en el templo silencioso, en ese templo que dormido, se despierta poco a poco, con el ruido de los cascabeles, que alegran nuestro pueblo, y caracterizan esta procesión, donde el pequeño nazareno se hace grande, porque ha llegado SU DÍA.

El Martes Santo, saldrá a la calle “Como lo hacen los mayores” el pequeño nazareno. Esos pequeños costaleros y costaleras que no pueden contener las lágrimas, la sonrisa que le cubre toda la cara, porque van a poder sacar a sus imágenes que tanto quieren, y llevarán a Cristo a cada rincón de Belalcázar. Para mí, todo nuestro trabajo se ve recompensado al ver las caritas de nuestros niños, ya que ellos son los que demuestran su sentimiento sin decir nada.

Aunque cansado de oir ¡TODO ESTÁ LISTO! ¡VAMOS A LA CALLE! ¡VAMOS A HACERLO COMO SÓLO VOSOTROS SABÉIS! ¡DEMOSTRAD DE LO QUE SOIS CAPACES! ¡VÁMONOS MIS VALIENTES COSTALEROS! Se me ponen los pelos de punta cada vez lo oigo, ya que con voz de niño, todo suena distinto.

Comienzan a salir a la calle los nazarenos tras el estandarte que con emoción aguarda la gente. Tras su última parada, en la puerta de la parroquia, una voz ya ronca dice: ¡Señores, todo ha terminado! ¡Lo habéis logrado! ¡Ya estamos aquí! ¡Un último esfuerzo! ¡Vamos al cielo con él, a ésta es¡ Un último golpe a esa campana nos dice que entramos en casa. Los niños, alegres, contentos, en casa están. Tras ese último salto, una lágrima se escapa, están cansados, pero quieren terminar.
Lloran los espectadores, así como la directiva, al ver esa pasión, ese deseo, ese sufrimiento que es enorme, en una persona tan pequeña. No soy capaz de concebir nuestra Semana Santa sin esta procesión, ya que desde aquel 21 de enero del año 2011, cuando se funda esta cofradía, se necesita de esta procesión para disfrutar del trabajo de cada una de las cofradías y cofrades.

Mi más sincera enhorabuena a todos los componentes de la Cofradía Nuestro Padre Jesús Cautivo, y en especial a esa estupenda directiva que la compone, que sin importar el tiempo, la dureza del trabajo, las reocupaciones y molestias, preparan y cuidan hasta el último detalle. Gracias a todas y cada una, porque sin vosotros esto no habría sido posible. No tengo palabras para agradecer el trabajo realizado y las horas dadas para que todo salga como Cristo merece. Enhorabuena a cada una de las personas de componen y protagonizan cada una de las procesiones, desde el viernes de Dolores, hasta el domingo de Resurrección, ya que sin ellos, no podríamos presumir de nuestra inigualable Semana Santa. Enhorabuena a las bandas que nos acompañan y engrandeces, gracias a los que nos ayudan. Todos y cada uno de vosotros sois necesarios para nuestra Semana Santa. Permitidme terminar deseándoos una muy feliz Semana Santa.


Juan José Vioque

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